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Camino a Final Fantasy XV: Final Fantasy II

El pasaje más obscuro de la saga.
Después del éxito logrado con el primer Final Fantasy, Squaresoft decidió regresar con una nueva entrega en 1988; sin embargo rompió varios esquemas, no sólo en cuanto al juego previo, también en lo que se refiere a estructura narrativa de una secuela.

En lugar de retomar la historia de los Guerreros de la Luz, Hironobu Sakaguchi decidió hacer una nueva trama desde cero. Así, por primera vez tuvimos a un grupo de protagonistas con personalidad propia: Maria, Firion, Guy y Leon; además de una serie de personajes secundarios que apoyan a los héroes, como la princesa Hilda, Mindu y Leila entre muchos otros. Lo interesante de los personajes es que le agregaban un grado de estrategia al juego en distintos niveles, pues a pesar de contar con un equipo de cuatro personajes, en realidad sólo 3 se mantienen durante toda la historia, el último va variando conforme avancemos. Así, a veces Teníamos a un mago poderoso, otras a un guerrero equilibrado o a un ladrón muy débil; esto nos obligaba a subir nuestras estadísticas para poder solventar los problemas que se presentaban.

Hay que destacar que no había clases, como sucediera en el primer juego; aquí todos los protagonistas podían usar todas las armas, magias y habilidades, el jugador era quién decidían el rol de cada uno. Ya sea Maria como maga blanca, Guy como guerrero y Firion como mago negro, por ejemplo. Esto no se repetiría hasta Final Fantasy XII.

Hablando de “mejorar a los personajes”, Final Fantasy II integró un sistema que jamás se ha vuelto a usar; en lugar de adquirir experiencia y subir niveles, aquí teníamos que usar las habilidades que quisiéramos subir. Es decir, si queríamos aumentar la fuerza deberías de atacar de manera continua, lo mismo para la magia (evolucionaba conforme el uso), o el HP, el cual aumentaba si sufríamos grandes daños. Aunque muy innovador e interesante, resultaba un tanto engorroso, pues no se podía administrar muy bien el juego.

Además teníamos la opción de recordar palabras; esto era muy ingenioso, ya que servía para adquirir más información acerca de un tema, además de ser el detonante de conversaciones clave para la trama.

Otro de los agregados al título y que se volvería una tradición para el resto de la franquicia, fue la llegada de dos personajes: Cid, que por lo general apoya a tu grupo y está emparentado con los conocimientos tecnológicos; y el favorito de todos, el Chocobo, una especie de pollo/avestruz gigante que sirve de montura, cubriendo el papel que realizarían los caballos, aquí aparece por corto tiempo, pero el suficiente para ser un recurrente desde ese momento, incluso se ha convertido en la mascota de Square-Enix, junto con el Slime y el Mog.

Ahora bien, se dice que esta segunda entrega es el capítulo más obscuro de la saga; la razón (además del polémico sistema de batalla) es que Sakaguchi tomó como eje dramático la guerra y lo que sucedía con aquellos que la experimentaban. A diferencia del primer título donde todo era más “amigable”, aquí no había empacho en mostrar muertes, traiciones, tortura y destrucción de ciudades; todo lo que acontezca en un escenario bélico. Todo esto provocado por el Emperador de Palamecia, cuya ansia de poder lo lleva a abrir, literalmente, un portal al infierno.

Algo curioso y que se debe de comentar es que el juego no fue conocido en occidente hasta la época del PS1, con la colección Final Fantasy Origins. Squaresoft decidió no traer el título a esta parte del mundo; los fans no conocerían una nueva aventura de Final Fantasy hasta la llegada de Final Fantasy IV, el cual fue nombrado aquí como Final Fantasy II, cosa que hasta la fecha provoca confusión en varias personas.

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